Agbar cantaba la rana
¡Qué bella es Barselona! Sus playas, sus gentes, sus edificios. Hablando de edificios, el otro día estuve en la inagurasión de la torre Agbar a.k.a. “Paul John” o “Pollón”. No era una simple ceremonia, que va: si venían los Reyes, y no me refiero a los magos. Asistía la familia Real, y todos en el edifisio estaban nerviosos.
"que contento estoyyyy"
Los fans de los Reyes (no confundir con los fans de los Kinks) se agolpaban a la entrada de la torre, gritan cosas bonitas a Juanca y al yogurt griego. La nota negativa fue la muerte de un joven llamado Maikol, que a los gritos de “Ey, ey, ey, viva el Rey” murió atropellado por el tranvía.
Un poco más tarde, llegó Marichalar, que dejó a su mujer viendo los Teletubbies, y su hijo Froilán. Lo que les esperaba.
"Me tuvo que cortar el pelo el peluquero manco"
Cuando entraron los Reyes, todo eran reverensias. Lo único que tenían que haser la parejita era mirar hasia arriba y tener la boca abierta.
Cuando entraron Marichalar y Froili...bueno, entraron.
Joan Clos, ilustrísimo alcalde de Barselona y rpimo segundo de van Damme´s Inferno, ejersía de siserone. Se dirijieron a los ascensores, mientras hablaban de las maravillas del edifisio.
Marichalar y Froili, al ser segundones, les tocó la visita guiada por las escaleras.
Lo estaba llenado bien, pero cuando en el piso 12 tuvo que coger en brasos a Froilán, se cagó en too lo que se menea.
Mientras, en las plantas superiores de la torre, Clos les contaba a los Reyes que quería poner una fuente en la punta del edificio. Juanca, ya un poco aburrido, se apartó y fue a la escalera y al ver ese huequesito...
¡Joder!, gritaba Marichalar. Le había caído un escupitajo de algún capullo. Estaba en el piso 17. Su hijo Froili, dio un lengüetaso al salivaso caído del sielo.¡ Como su madre, de tal palo tal astilla! desía Marichalar.
Las vistas de Barselona eran bonitas, y llegaba la hora de los canapés. Juanca y el yogurt griego llevaban 3 días sin comer. Arrasaron sin piedad.
En el piso 25, Marichalar paró porque le había cogido una rampa.
Pasado un largo rato, tocaba la sesión de fotos. Todos posaron. La infanta Cristina hasta se cambió de lugar la peca. Pero como todo acto social, llegaba la hora de la despedida y todos marcharon.
Entre bufidos y palabras malsonantes, Marichalar llegó a la última planta. No había nadie, ni tampoco un mísero canapé para reponer fuersas. Y lo peor es que los assensores estaban apagados. Cuentan que en Barcelona se oyó un gran aullido.
Y esto es lo que pasó en la inagurasión. Cualquier acto paresido a la realidad es mera coinsidensia.
Etiquetas: The Foreros
3 Cosas al respecto:
¡¡Es verdad!! ¡¡Yo no estaba allí pero me lo han contado!!
Yo fuí el que le cambió la peca a la Infanta!!
Grasias!!!le debo una copichuela!!!
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